lunes, 19 de diciembre de 2016

Si...



Si…

Si puedes mantener en su lugar tu cabeza cuando todos a tu alrededor 
han perdido la suya y te culpan de ello;
Si crees en ti mismo cuando todo el mundo duda de ti, 
pero también dejas lugar a sus dudas;
Si puedes esperar y no cansarte de la espera,
o si, siendo engañado, no respondes con engaños, 
o si, siendo odiado, no te domina el odio,
y aun así no pareces demasiado bueno o demasiado sabio;

Si puedes soñar y no hacer de los sueños tu amo; 
Si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo; 
Si puedes conocer al triunfo y la derrota
y tratar de la misma manera a esos dos impostores; 
Si puedes soportar oír toda la verdad que has dicho
tergiversada por malhechores para engañar a los necios, 
o ver cómo se rompe todo lo que has creado en tu vida, 
y agacharte para reconstruirlo con herramientas maltrechas;

Si puedes amontonar todo lo que has ganado 
y arriesgarlo todo a un sólo lanzamiento, 
y perderlo, y empezar de nuevo desde el principio 
y no decir ni una palabra sobre tu pérdida;
Si puedes forzar tu corazón y tus nervios y tus tendones 
para seguir adelante mucho después de haberlos perdido, 
y resistir cuando no haya nada en ti 
salvo la voluntad que te dice: "Resiste";

Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud,
o caminar junto a reyes, y no distanciarte de los demás; 
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte;
Si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado;
Si puedes llenar el inexorable minuto 
con sesenta segundos que valieron la pena recorrer,
tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y —lo que es más— ¡serás un Hombre, hijo mío! 


Rudyard Kipling, 1895.

miércoles, 14 de diciembre de 2016