Mientras andamos enfrascados en esta, nuestra "gran" crisis (económica), el mundo sigue a lo suyo, y los cambios desatados no hacen más que fluir. Ya sabe usted, de aquellos barros.... O una que me gusta más; el que siembra vientos, recoge tempestades.
Hace poco he sido consciente de un dato que desde que lo leí, no me lo he podido sacar de la cabeza; cuando mis abuelos vinieron a este mundo, la población mundial era de unos 2.000 millones de personas. Hoy, estamos a punto de llegar a los 7.000 millones. Y para el 2.050 se esperan 9.000.
Sí, ya lo sé, ¡uffff!. ¿Qué manera de "joder" no?
Ahora, sólo deje volar su imaginación y piense por ejemplo en alimentos para todos, en agua y en todos los recursos que serán necesarios. Si ahora tenemos al plantea asfixiado, incapaz de saciarnos ¿qué será en el 2.050?.
Curiosamente se prevé que en el 2.050 Europa y otros países del llamado primer mundo, mantendrán su número de población actual. O sea, que la mayor parte de esta futura población vendrá de países pobres o subdesarrollados, donde la falta de medios y educación, junto con otras necesidades básicas, conllevan - entre otras muchas cosas - una natalidad desenfrenada.
Por eso la solución a este grave problema no es tan difícil. Aunque sí lo parece para nuestros gobernantes. Si queremos que las futuras generaciones puedan seguir viviendo en este planeta que nos han prestado, no debemos olvidar que somos un gran organismo que funciona como un todo.
Un nivel de desarrollo adecuado en todo el mundo, con acceso a alimentos, educación y cultura para todo el mundo, es la solución a este problema.
¿Seremos capaces de afrontar este reto?
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